domingo, 17 de mayo de 2015

Diferencias entre la seguridad de la salvacion biblica y la doctrina de la perseverancia de los santos

Estamos en un tiempo muy difícil,eso ya no es novedad, son tiempos de apostasía donde las falsas doctrinas surgen por doquier y a muchos confunden.Pero esto no debería ser ninguna novedad para nadie puesto que la Biblia nos advierte claramente al respecto: "Porque se levantaran falsos Cristos y falsos profetas,y mostraran muchas señales,para así engañar,de ser posible,aun a los encogidos. Mateo 24:24. Esta visto que antes del fin la maldad del hombre recrudecerá.Pero, ¿Como haremos para no caer en el engaño de las falsas doctrinas? Yendo a la fuente que es la palabra de Dios.
     Una de las de las doctrinas erróneas que con mayor sutileza se esta adentrando a la Iglesia de Jesucristo en la actualidad es la doctrina neo-calvinista que tuerce las escrituras de una manera muy audaz para perdición de muchos incautos.
Un punto muy controversial y engañoso que se presta a confusión es la doctrina concerniente a "La Perseverancia de los santos" que es confundida por muchos con la "Seguridad de la Salvación" y en eso me quiero centrar en este articulo
La perseverancia de los santos fue una doctrina enseñada por Juan Calvino y en la actualidad enseñada por sus seguidores. Calvino sostenía que una persona electa por Dios para salvación no se perderá porque su salvación ya esta decretada desde la fundación del mundo. Según esta doctrina la fuente de la salvación no se centra en el sacrificio de Jesucristo en la cruz  sino en el decreto establecido por Dios desde antes de la fundaión del mundo.En este sentido hay que decir que esta dotrina va en total desacuerdo con las escrituras.
En cambio la doctrina de la salvación ,también sostiene que la salvación no se pierde pero por diferentes razones y se da de diferentes formas.Esta doctrina enseña el nuevo creyente es sellado,pero no por cualquier sello! sino por el sello del Espíritu Santo (Efesios 1:13),un sello incorruptible.Una vez que esto ocurre somos guardados por el poder de Dios (Juan 10:27-28).
Una vez que el nuevo creyente es salvo,el Señor empieza a obrar su buena obra, el proceso de santificacion en su vida (Filipenses 1:6).Este proceso durara toda la vida del creyente (Efesios 4:13).
La doctrina calvinista es totalmente errónea con respecto a la perseverancia de los santos y solo se basan en versículos totalmente sacados de su contexto.En cambio la doctrina de la Seguridad de la Salvacion del creyente es una doctrina acorde a la palabra de Dios

lunes, 4 de mayo de 2015

Los Anabaptistas


A lo largo de toda la Edad Media y mucho antes de la Reforma Protestante, se formo un grupo de creyentes que busco vivir radicalmente el evangelio y volver a la esencia del cristianismo pregonada por la Iglesia  neotestamentaria descritas en la Biblia.Fueron perseguidos y martirizados por miles a causa de su testimonio y, en algunas regiones, casi exterminados. Sin embargo, no fueron destruidos totalmente y permanecieron ocultos, esparcidos aquí y allá por toda Europa, hasta el advenimiento de la Reforma. Entonces salieron nuevamente a la luz, animados por la llama que un remoto monje agustino había encendido al clavar sus 95 tesis en la puerta de la catedral de Wittenberg, por vuelta del año 1517.
Estaba naciendo la Reforma, y aquel oscuro monje no podía sospechar aún que la pequeña llama recién encendida, pronto se convertiría en una hoguera que haría arder Europa entera, y trastocaría para siempre la historia del cristianismo y aún de la propia civilización occidental.
Martín Lutero al clavar sus 95 tesis impulso indirectamente a que este grupo salga a la luz.Pero muy pronto se dieron cuenta que este movimiento no pretendia abandonar del todo al catolicismo y que buscaban poder politico y no espiritual.
Muchos historiadores indican en 1525 el inicio del movimiento anabaptista pero hay evidencia de que tuvieron sus origenes en otros grupo como los valdences,paulicianos,Bogomili,Albigenses,Paterines que vivieron escondidos durante cientos de años de la persecusion catolica.
En 1525, Ulrico Zwinglio los estaba liderando apoyado por personas pertenecientes a las familias mas acomodadas de de Zurich en alina con las autoridades.
Muy pronto empezaron los problemas entre Zwinglio y sus seguidores por temas como la naturaleza de la iglesia y la salvacion.Zwinglio enseñó, en un principio, que la restauración de la fe debía ser un retorno completo a las Escrituras, y que todo aquello que no estuviese explícitamente contenido en ellas debía ser desechado. Sus seguidores abrazaron esta enseñanza con fervor.
Al poco cambio de opinion buscando acomodarse a la postura de los demas reformadores y empezo a enseñar que: Todo aquello que se encuentra explícitamente prohibido en las Escrituras debe ser desechado, mientras que lo demás puede ser mantenido, mientras no contravenga sus enseñanzas. La magnitud de esta divergencia era enorme, pues permitía a muchos reformadores contemporizar en diversos asuntos de práctica eclesiástica con los príncipes y magistrados de su tiempo, a fin de garantizar su respaldo a la causa protestante. En verdad, todos ellos estaban, en mayor o menor grado, convencidos de que la reforma protestante no podía tener éxito sin el apoyo político y militar de los príncipes. Con esta actitud abandonaron totalmente cualquier direccion del Espiritu Santo.
Así, Zwinglio intentó crear una iglesia nacional «suiza», que incluyese a todos los «ciudadanos suizos» en ella, sin importar si eran o no verdaderamente cristianos. Por esta y otras razones, continuó aceptando el bautismo infantil, pues, lógicamente, en su concepto de iglesia no cabían la necesidad de conversión y regeneración individual.
Contra todo esto reaccionaron Felix Manz (quien fue gran amigo de Zwinglio), Conrad Grebel y muchos otros anabaptistas.Para ellos, el principio resultaba inaceptable, pues violaba la clara enseñanza de la Escritura sobre la iglesia como una nación compuesta únicamente de hombres y mujeres redimidos, visiblemente separados del mundo, y sometida sólo a la autoridad de Cristo su cabeza. Para nosotros hoy, esta verdad puede parecer obvia, pero, por muchas razones no era así para la mayoría de los líderes protestantes.
Durante el largo oscurantismo de la Edad Media,la identidad entre iglesia y cristiandad, considerada esta última como la suma de la naciones cristianas, se consideró un dogma incontrovertible de la fe. Este modo de ver las cosas se originó con la conversión del emperador romano Constantino en 312 D. C., y en su posterior confirmación del cristianismo como religión oficial del imperio.
Luego vino otro emperador, Justiniano, que en su famoso código lo declaró la religión exclusiva, y autorizó el uso de la fuerza y la espada contra los disidentes, fuesen «cismáticos» o «herejes». De este modo, cristianismo e imperio se hicieron casi sinónimos. El imperio protegía a la iglesia y la iglesia legitimaba al imperio. Vale decir, iglesia y estado estaban unidos.
De esta paradojal simbiosis surgió la cristiandad medieval, tras la caída del imperio romano de occidente. Esta caída produjo un inmenso vacío de poder y organización dentro de las zonas geográficas abarcadas por la desaparecida administración imperial y los pueblos que estaban bajo su dominio. Pero, la iglesia cristiana organizada fue llenando ese espacio, debido, en gran parte, a que en ella sobrevivió mucho de la organización y eficiencia administrativa del imperio que muchos recordaban con nostalgia.
No obstante, con el advenimiento de la Reforma, la situación política cambió, pues muchos de los príncipes y reyes europeos estaban cansados de someterse a lo que consideraban un dominio despótico y abusivo. Sin embargo, comprendían que para lograr su independencia debían contar con el apoyo del pueblo y para ello tenían que ofrecer a sus súbditos una religión que sustituyera la oficial y los liberara del control que ésta ejercía sobre sus conciencias.
Pero debía ser una religión para «todos» sus súbditos, vale decir, nacional. Por tanto, su apoyo a la Reforma estuvo siempre condicionado por esta perspectiva y necesidad. Que no se nos malinterprete. Sin duda, algunos de ellos fueron creyentes sinceros y piadosos, pero, inevitablemente su horizonte político-cultural condicionó y limitó su visión de la iglesia, así como la visión de los reformadores a los que prestaron su apoyo político y militar.
Contra esta nueva forma unión de la iglesia y el estado reaccionaron los anabaptistas, reconociendo con claridad el error de perspectiva de quienes la sustentaban y procurando arrojar la luz de la Palabra sobre este trascendental asunto por medios pacíficos.
Este punto fue el detonante del genocidio anabaptista,convertirse en uno de los casos mas tristes de la historia de la Iglesia.Todos estuvieron en contra de los anabaptistas,tanto reformados catolicos sin distincion.Por su rechazo radical al catolicismo,a Calvino,Lutero y a Zwinglio fueron victimas de crueles persecusiones,encarcelamientos,ejecuciones y destierros a lo ancho y largo de Europa.
Según el concepto prevaleciente en aquellos tiempos, la separación entre la iglesia y el estado (principio bautista actual) era imposible.Al pregonar esta doctrina los anabaptistas escogieron el camino del martirio y se sacrificaron.
El 21 de enero de 1525. Manz y Crebel fueron bautizados junto con algunos seguidores radicales de Zwinglio. Pues, después de mucho estudio y cuidadosa oración, habían llegado a la convicción de que debían bautizarse unos a otros. Este acontecimiento marcó el comienzo del movimiento anabaptista. Para ellos el bautismo por inmersion era la única forma de testimoniar el verdadero arrepentimiento y la conversión personal. En consecuencia, muy pronto estuvieron predicando y bautizando creyentes a través de toda Suiza.
Zwinglio y los magistrados de la ciudad reaccionaron decretando severas leyes contra quienes se «rebautizaban» (pues todos, a juicio de ellos, ya habían sido bautizados cuando niños), incluyendo la pena de muerte por ahogamiento; castigo que se convirtió en la forma de martirio más común entre los anabaptistas y al cual llamaron, el «tercer bautismo». Y además, convocaron a las autoridades de toda Europa a «cazarlos y aprehenderlos». Grebel huyó junto con otros hermanos, y murió de peste en 1526, después de predicar el evangelio en otras ciudades de Suiza. Félix Manz fue arrestado por Zwinglio y las autoridades de Zurich, atado y arrojado a las frías aguas del río Limmat, que corre por el centro de la ciudad.
La persecución contra los anabaptistas se desató con una crueldad inusitada por toda Europa, tanto en los países católicos como protestantes. Miles de hombres y mujeres fueron ahogados, enterrados vivos, y quemados. Se constituyeron cuerpos especiales de policía para buscarlos, llamados Täuferjäger (cazadores de anabaptistas). Los hijos de los mártires eran arrebatados a sus familias y entregados a familias de grupos eclesiásticos oficialmente reconocidos. En todas partes la persecución de los anabaptistas se convirtió en una política de estado.
Sus creencias
Debido a la temprana muerte de sus líderes más destacados, los anabaptistas nunca llegaron a escribir una exposición detallada y sistemática de sus enseñanzas. En verdad, tampoco deseaban crear un sistema de doctrina acabado y excluyente. Y además, nunca llegaron a constituir un movimiento organizado. Por lo mismo, se suele reunir bajo el rótulo de anabaptistas a grupos con intereses y creencias muy distintas e incluso opuestas.
En general, se reconocen tres grandes ramas: «los anabaptistas propiamente dichos», «los espirituales», y «los racionalistas anti-trinitarios» – aunque, sus perseguidores no distinguían entre ellos y los consideraban a todos como una sola cosa.
De entre ellos los verdaderos anabaptistas eran los primeros. Estos adoptaron con sencillez las doctrinas cristianas históricas tales como la Trinidad y las dos naturalezas de Cristo (completamente divino y completamente humano), sin ningún interés especulativo ulterior. Al igual que Zwinglio, Lutero y Calvino, creían en la salvación por la sola gracia, por medio de la fe y sin obras meritorias, la autoridad final de las Escrituras y el sacerdocio de todos los creyentes. Pero divergían de ellos en cuanto a su práctica y aplicación.
Con respecto a la salvación, a la par de la justificación por la fe, enfatizaban la regeneración interior y una vida posterior de verdadera transformación como evidencia de ella. Por lo mismo, daban especial énfasis a la responsabilidad personal y a la conversión individual. No aceptaban el bautismo de niños, al que consideraban ineficaz, pues, decían, sólo quienes se han convertido de manera responsable y consciente pueden recibir el bautismo como señal de esa conversión. Y también, practicaban de modo real el sacerdocio de todos los creyentes, pues sus reuniones eran abiertas a la participación de todos los hermanos y hermanas, mientras que sus pastores y predicadores surgían de entre los mismos hermanos, muchas veces, sin mayor preparación formal. Además, practicaban una intensa vida de comunión entre sí, partiendo el pan y orando juntos por las casas.
En verdad, anhelaban formar iglesias de creyentes según el modelo del Nuevo Testamento, en oposición a las «iglesias estatales», donde era imposible distinguir entre creyentes falsos y verdaderos.
Por otro lado, rechazaban las persecuciones por motivos religiosos y las guerras asociadas con ellas. Fueron convencidos pacificadores en una era donde el odio y la intolerancia parecía ser la norma. Se debe, por lo mismo, rechazar la conocida tesis de que las crueldades de la cristiandad de su tiempo se explican por el «espíritu de la época». Los hermanos dejaron muy claro, para cualquiera que quisiera escucharlos, que el verdadero espíritu del evangelio es muy distinto. Y se debe consignar que tanto Lutero, como Zwinglio, Calvino y los demás líderes de la Reforma conocían muy bien sus enseñanzas. Sin embargo, y al parecer, no les afectaron demasiado.